Mi veterinario dice que fue “una complicación”, pero no me convence: cómo saber si es cierto

Cuando un animal sufre un daño grave o fallece tras un procedimiento veterinario, una de las explicaciones más habituales que recibe el propietario es:

“Ha sido una complicación inesperada.”

Pero ¿qué significa realmente esa frase? ¿Siempre es cierto? ¿O a veces se utiliza para suavizar un fallo clínico o una decisión incorrecta? Saber distinguir una complicación inevitable de un error es fundamental para entender qué ha ocurrido y qué pasos debes dar.

Soy Andrés Santiago, perito veterinario experto, profesor universitario en el área de Veterinaria Legal, deontología y bioética. Director del Observatorio Español de Pericia y Seguridad Veterinaria y presidente de la Sociedad Española de Pericia Veterinaria.

Qué es una complicación inevitable y cuándo es una explicación legítima

En veterinaria, las complicaciones existen incluso cuando el procedimiento fue impecable. Algunas enfermedades evolucionan muy rápido, algunos animales reaccionan de manera imprevisible a la anestesia y hay situaciones clínicas donde el riesgo es tan alto que el desenlace puede ser malo incluso haciendo todo bien. Un sangrado inesperado, una arritmia súbita, una parada respiratoria sin causa previa aparente o un deterioro fulminante pueden ocurrir aunque el veterinario haya actuado de forma correcta. Cuando esto sucede, la palabra “complicación” es adecuada, siempre que exista documentación y monitorización que lo avale.

Cuándo la palabra “complicación” puede ocultar un fallo clínico o una actuación incorrecta

No todas las “complicaciones” lo son en realidad. En muchos casos que analizo como perito, la explicación se utiliza para evitar profundizar en un error cometido. Una complicación deja de ser inevitable cuando:

  • no se hicieron pruebas diagnósticas necesarias,
  • el protocolo anestésico era inadecuado,
  • no hubo monitorización suficiente,
  • se actuó tarde ante signos de empeoramiento,
  • la cirugía se complicó por decisiones técnicas erróneas,
  • o la documentación no coincide con lo explicado.

Una complicación verdadera tiene una explicación fisiológica; una complicación “forzada” encubre un fallo clínico.

Cómo saber la verdad: la documentación y el análisis independiente

Para saber si realmente fue una complicación o un error, el propietario debe seguir un proceso claro:

  1. Solicitar la historia clínica completa, incluida monitorización anestésica, informes quirúrgicos y pruebas diagnósticas.
  2. Pedir una explicación cronológica estructurada de todo lo ocurrido.
  3. Solicitar una revisión independiente a un perito veterinario, que analice si la actuación se ajustó a la lex artis y si una actuación distinta habría cambiado el resultado.

Un perito puede determinar si la complicación era inevitable o si realmente hubo un fallo clínico. Esta diferencia es clave para decidir si se trata de un caso cerrado o si existe base para una reclamación.

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