Cuando un animal empeora de forma grave en una clínica general y el veterinario afirma que “no podían hacer más”, al propietario le surge una duda inevitable:
¿Realmente no podían hacer más?
¿O deberían haber derivado a mi animal a un hospital con más recursos?
La derivación es una de las decisiones clínicas más importantes en medicina veterinaria, y también una de las que más conflictos generan cuando las cosas salen mal.
Soy Andrés Santiago, perito veterinario experto, profesor universitario en el área de Veterinaria Legal, deontología y bioética. Director del Observatorio Español de Pericia y Seguridad Veterinaria y presidente de la Sociedad Española de Pericia Veterinaria.
Cuándo un veterinario debe derivar obligatoriamente a un hospital con más medios
La lex artis establece que un profesional debe reconocer cuándo las necesidades del paciente superan los medios disponibles en su centro.
Un animal debe ser derivado cuando requiere:
- monitorización continua 24h,
- cirugía urgente con equipamiento específico,
- UCI veterinaria,
- oxigenoterapia avanzada o ventilación asistida,
- pruebas que la clínica no puede realizar,
- anestesia de alto riesgo,
- control intensivo del dolor,
- atención inmediata por un especialista (cardiología, neuro, trauma, etc.).
Si el animal necesita algo que el centro no tiene, la obligación profesional es derivarlo a tiempo, no cuando ya es demasiado tarde.
Cuándo una complicación en un centro sin medios puede ser inevitable… y cuándo indica un fallo clínico
Hay dos grandes escenarios:
1. Escenario inevitable (pero documentable):
La complicación aparece de forma súbita, agresiva o imprevisible, y aunque hubiera estado en un hospital de referencia, el resultado habría sido el mismo.
Ejemplos:
- arritmias malignas fulminantes,
- rupturas internas espontáneas,
- sepsis avanzadas,
- tromboembolismos súbitos.
Este escenario debe quedar documentado.
2. Escenario evitable: fallo en la derivación
Aquí es donde surgen los conflictos.
Indica negligencia cuando:
- el animal estaba inestable y no se derivó,
- la clínica sabía que no tenía capacidad de monitorizarlo,
- el centro no tenía personal nocturno y aun así lo dejó ingresado,
- se demoraron pruebas esenciales por falta de medios,
- se intentó manejar un caso claramente complejo sin recursos suficientes,
- la derivación se hizo demasiado tarde, cuando el deterioro ya era irreversible.
En estos casos, la falta de derivación puede ser determinante en el fallecimiento.
Cómo lo analizamos en una pericial veterinaria
Cuando reviso un caso así, evalúo tres aspectos:
1. El estado del animal en el momento de la complicación
¿Estaba inestable? ¿Había signos que obligaban a actuar inmediatamente?
2. Los recursos reales de la clínica
¿Podía monitorizar?
¿Podía operar?
¿Podía atender una emergencia crítica?
¿Había personal presente?
¿Había un veterinario por la noche?
3. La decisión de derivación (o ausencia de ella)
¿Se planteó?
¿Se comunicó al propietario?
¿Se decidió demasiado tarde?
¿Un traslado temprano habría cambiado el resultado?
Solo con estos datos podemos determinar si la muerte era inevitable o si un traslado a tiempo habría salvado al animal.
Qué debe hacer el propietario si sospecha que su animal debió ser derivado
- Solicitar la historia clínica completa, especialmente:
- controles de constantes,
- notas de evolución,
- tiempos exactos de actuación,
- medicación administrada,
- indicaciones de traslado o ausencia de ellas.
- Pedir una explicación clara de por qué no se derivó.
- Consultar a un perito veterinario independiente para evaluar:
- si la decisión fue correcta,
- si hubo retraso en actuar,
- si la clínica tenía (o no) medios suficientes.
Muchos fallecimientos no se deben a la enfermedad en sí, sino a la falta de derivación precoz.
Y esta es una de las causas más frecuentes de negligencia demostrable en periciales.