Mi animal falleció y siento que la clínica no fue honesta conmigo: cómo entender esa sensación y qué hacer

Cuando un animal fallece en una clínica veterinaria, el propietario atraviesa un duelo lleno de emociones intensas: tristeza, incredulidad, rabia, culpa y, sobre todo, una sensación que muchas personas describen igual: “Algo no me cuadra, siento que no fueron sinceros conmigo.” Esta percepción aparece cuando la explicación verbal no encaja con lo que se vivió, cuando las pruebas que entregan no son completas o cuando la evolución del animal no se corresponde con lo que se esperaba del tratamiento. No es una reacción irracional; es una señal de que el relato del veterinario y los hechos clínicos no están alineados, y eso merece una revisión técnica.

En medicina veterinaria, la transparencia es una parte esencial del proceso asistencial. Los propietarios necesitan recibir información clara sobre la gravedad, las decisiones tomadas y los riesgos reales. Cuando la comunicación ha sido insuficiente o apresurada, el propietario percibe que solo le explican una parte de la historia. Puede que la actuación haya sido correcta, pero si el profesional no comunica con claridad, se genera un vacío que se llena con dudas. Y en muchos otros casos, esa sensación es la primera pista de que realmente hubo un fallo en la actuación clínica o en la monitorización del paciente.

Mi labor como perito veterinario consiste precisamente en separar emociones de hechos. Para ello analizo la historia clínica completa, las decisiones tomadas, la cronología y la coherencia entre las pruebas diagnósticas y la explicación recibida. Algunas veces descubro que el fallecimiento era inevitable, aunque se comunicara de forma imperfecta. Pero en otras ocasiones aparecen discrepancias importantes: tiempos que no encajan, ausencia de vigilancia cuando el animal estaba grave, falta de pruebas esenciales, complicaciones no documentadas o decisiones incorrectas que no se mencionaron en la explicación verbal. La sensación del propietario, entonces, no solo estaba justificada: era la consecuencia directa de inconsistencias reales.

Pedir la documentación completa es siempre el primer paso para arrojar luz sobre lo ocurrido. A partir de ahí, un análisis independiente permite determinar si la clínica actuó correctamente o si existieron errores que afectaron al resultado. El objetivo no es culpar por culpar, sino comprender con exactitud qué pasó, qué decisiones se tomaron y si estas se ajustaron a la buena práctica veterinaria. Para muchos propietarios, este proceso aporta paz, cierre emocional y, en caso de ser necesario, una base sólida para reclamar. Cuando alguien siente que no le dijeron toda la verdad, merece una explicación completa y rigurosa.

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